lunes, 8 de marzo de 2010

hoy te daría mil piñas hasta dejarte KO

Bueno, sí. No ando muy tranquila, debo admitirlo. Creo, a esta altura del día, y después de meses de fumar mucho, que puede tenga que ver con la falta de nicotina en sangre. Es una hipótesis. Y otras cosas del día, también.
Tengo esa energía negativa, ese malhumor intrínseco, ese ser tan yo que andaba medio olvidado. Porque yo SOY así. Peleadora. Malhumorada. Un poco psico. A veces.

Fui al pediatra con los chicos. Y Jobis. Tuve que pedirle que me acompañara por temas de logística. Esperamos mucho porque llegamos antes y mientras no tenía nada que hacer (no había llevado libro y el iphone estaba prácticamente descargado), pensé si algún día voy a madurar. En este sentido. Primero estuve sentada. Al rato, me cansé y me recosté un poco y a los minutos estaba directamente tirada, de costado, sobre el asiento de la sala de espera. Soy una madre de tres hijos de 32 años. Y todo me chupa un huevo, es decir, no me reprimo mis ganas de echarme. Me echo. Con el culo apuntando a unos adolescentes y el brazo sosteniendo la cabeza, de perfil. Y no lo hago para llamar la atención.

Pero bueno, antes pensaba que nunca dejaría de bailar sobre la cama. Y lo dejé.

Muchas veces dije que Diego y yo no somos serios en términos de adultos que se compartan como tales en público. Mi marido gusta de toquetearme en cualquier lado. Y yo me indigno, me río y escapo. Pero no soy muy distinta.

En fin.
Mi cuerpo grita tabaco.
No nos fue bien en el pediatra. Lo llamé para comentarle y me cortó. Estaba en junta.
Como no sale escapada a Buenos Aires, quiere que nos vayamos unos días al Caribe. Me dejo sobornar después de que no se decidió a sacar los pasajes hace un mes y medio, como hubiera sido lo correcto. De todas maneras, para mí ir con los tres a la playa, no es una vacación. Es casi una tortura. Me imaginé qué podría hacer y la respuesta fue: NADA.

Bueno chicos, ando con este ánimo beligerante. Con mi colgante de silbato y camafeo que Diego me regaló hace años y yo amo porque es su regalo (a pesar del odio que llena mi ser y se escapa por los poros, me sigo sintiendo profundamente enamorada de ese monstro).

Así las cosas.
En pie de guerra.

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