miércoles, 10 de marzo de 2010

el sol todo lo alegra, siempre

Es casi verano. Sigue corriendo una brista fresca pero ya el olor, la sensación, el color del cielo, son primaverales. Me pongo chatitas y remera de manga corta con musculosa abajo y me pregunto, a pesar de que año a año se repite el mismo ciclo, cómo puede ser que se termine el frío y venga el calor y cambien las estaciones y uno no se sorprenda. La vida no es normal.

En la cabeza me retumba este verso de una canción que en la familia cantamos a voz en cuello: no digo diferente digo raro.

Y justo estaba pensando en eso cuando una señora, joven, en el laboratorio al que tuve que volver a llevar a Milo para tomar la muestra de orina, me miraba sin empacho. ¿Tengo monos en la cara? Estuve tentada de preguntarle. Llevaba a mi pequeño bebé de diez meses en brazos, tenía puesta mi remera con flores y los anteojos que, no siendo ni Palermo ni la Condesa y sobre mi cara, llaman un poco la atención. Pero qué desparpajo, no sé, contenete un poco.

Trabajé muy activamente, busqué a Tita, comimos los tres en lo de Pau, fui al laboratorio, Milo no hizo pis en la bolsita en ningún momento de la media hora que pasamos ahí pero sí había hecho cuando lo bajé en casa pero como soy medio bobich, le dejé el frasquito a Jobis y me fui a llevar los elementos de fiesta que me había prestado la otra Pau. Cuando volvía, presta a dejar la muestra en el laboratorio, me di cuenta de mi error y aquí estoy, iré en un rato. Pasaré a pagar la luz que ya se venció (cambió la compañía, muchos problemas, antes pagaba por internet y ahora no sé qué hacer) y a mandar a hacer una crema para la dermatitis de mis dos hijos menores.

Las tareas domésticas me torran MAL.

Y tengo trabajo. Claro.

Pero hay sol, el aire es cálido y fresco a la vez, yo me siento contenta nuevamente. Las tormentas cada vez son más cortas, como siempre: ventajas de la madurez.

Y canto y bailo en el coche, al son de la música de la radio.

En fin, chicos.
Así las cosas.
Tranquilas.

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